sábado, 11 de junio de 2011

LA FAMILIA EN EL MUNDO ACTUAL.

La FAMILIA EN EL MUNDO ACTUAL. “RELACIONES ENTRE PADRES E HIJOS ADOLESCENTES”.

El concepto de familia ha cambiado mucho desde que en los años 50 se hablara de matrimonio con hijos, y cuyos miembros están unidos por obligaciones económicas, religiosas y educativas, con derechos y prohibiciones sexuales, y por vínculos emocionales… Después de 6 décadas la familia no sólo se limita a un tipo único y “perfecto”, sino que, en la sociedad de hoy en día, la familia no tiene que ser ni consanguínea, ni siquiera tiene que ser fruto del matrimonio, y las obligaciones y derechos son, más bien, relativos.
En este escrito, se define a la familia como “un sistema de interacciones fundamentalmente afectivas entre las personas que la integran”.
La familia comprende un compendio de emociones, sentimientos, y conceptos tales como  experiencia, intimidad, educación, desarrollo, reciprocidad, valores, etc. que no en todas las familias de hoy en día se viven. Aún así son términos universales cara a la familia. A pesar de todo, la familia, según su contexto, su cultura, son distintas unas de otras, y no  aplicamos los mismas cualidades para todas.
Hay distintos tipos de familias: Las familias extensas, en las que se incluyen todas las generaciones: las nucleares, que son las del propio hogar (monoparentales, con parejas matrimonios o cohabitación–heterosexuales u homosexuales, etc.), con gran diversidad casuística hasta con relación a los hijos, que pueden ser de otros matrimonios (reconstruidas), adoptados, propios, en acogida, etc.   
Hablar de familia también es hablar de transformación, tal vez de evolución, rompiendo el molde de una familia estrictamente tradicional a abrirse hacia la aceptación de un gran abanico de posibilidades. Antes el divorcio no era aceptado, y ahora sí, además, parejas que no conciben el matrimonio pero sí hijos, parejas gays que deciden formar una familia con la adopción o la fecundidad artificial; la sociedad cambia, y su agente socializador principal, la familia, no es la misma. Se ha ido readaptando a los cambios. Se ha “modernizado”, es decir, adaptado al sistema social.
La forma de vida ha cambiado. Hay mayor libertad en la lección de la pareja, permisividad en relaciones sexuales prematrimoniales, la igualdad entre los hijos nacido dentro y fuera del matrimonio, igualdad de derechos entre mujeres y hombres (hay mucho adelantado, pero la igualdad aún no existe), la legalización del divorcio, etc. La familia es nueva, en una nueva sociedad que en el libro llama post-materialista, en la que se incrementan valores como la auto-expresión, tolerancia, igualdad, libertad y calidad de vida. Esto, pienso yo que se refiere a que, antes la familia era materialista porque era más una transacción económica o de mano de obra, un acuerdo; y ahora se le da mayor valor al amor, a las relaciones humanas, donde se priorizan la igualdad entre cónyuges, el compañerismo y la amistad en la pareja, la concepción voluntaria y responsable, derecho a autorrealización, mayor libertad dentro de la pareja, la búsqueda del bienestar y la libertad… Por cierto, todo esto es utópico, que conste.  Si todo fuera tan perfecto, no habría conflictos en la pareja, y todo esto es un duro proceso de adecuación, de adaptación del uno al otro. No es negatividad, creo que es realidad.
Con relación a las funciones de la familia, este autor manifiesta una serie de ellas:
La económica, pues estamos en una sociedad de consumo donde la familia es una unidad de consumo. A su vez, en una situación precaria en la que nos encontramos con altos niveles de desempleo, la familia es también una fuente de protección social.
La familia tiene también una función generar el bienestar físico y psicológico de sus miembros, a través del afecto y el apoyo mutuo, cuidando de la salud y creando la sensación de pertenencia, seguridad, desarrollo de personalidad, adaptación social, autoestima, autoconfianza, etc.
Otra función es la de la administración. La organización dentro del hogar sigue teniendo una tendencia machista, aunque hay muchos hogares en los que los roles están menos definidos y más igualados, así como en los que los roles han cambiado del todo.
La función recreativa, sobre disfrutar juntos fuera del hogar, es importante, aunque según las edades, es viable o no.
La función sexual es importante también pues la pareja necesita sentirse uno en el afecto y en la donación mutua.
Y recalco, de una manera especial, la función socializadora de la persona, porque, a través de la familia aprendemos códigos de conducta e interiorizamos una serie  de principios socialmente valorados que nos hacen de catalizador para conocer lo que es aceptable o no en la sociedad.
Y la función esencial, primordial, es la educativa. Los padres tienen esa función sólo por el hecho de ser padres, elementos básicos para el proceso de socialización de una persona. Los padres interpretan los valores de la sociedad a través de los padres. Los padres tienen que ser apoyo, deben ejercer control sobre sus hijos (aunque no excederse), y a través de estos conceptos podemos distinguir qué clase de padre se puede ser, si se mira su estilo educativo, su grado de implicación en su educación y la aceptación de sus hijos, el grado de coerción e imposición de sus decisiones paternas. Estos tipos son desde autoritario, que ellos dicen (padres) y se acabó, sin comunicación, ni apoyo, ni atención a las demandas de los hijos, y hasta llegar al castigo físico; El autorizativo, que fomenta la autonomía pero hasta un cierto límite, control razonado de conducta, dan refuerzos postitivos, buena comunicación, apoyo, respeto, escucha a los hijos; el negligente, que les dan todo lo que quieren, no le imponen límites ni les supervisan, y les son indiferentes los comportamientos de sus hijos, donde la comunicación y el diálogo son escasos; o el estilo indulgente, quienes dan autonomía a los hijos y escaso control, no hay reglas ni límites, hay buena comunicación, diálogo, afecto y dan a sus hijos lo que demandan.
De todos estos, yo me quedo con el estilo autorizativo, porque puede ser el más positivo para la educación y el desarrollo del niño, pero cada tipo tiene su parte negativa y su parte positiva, aunque el negligente, creo que no tiene ninguna.
Cada estilo de paternidad tiene sus repercusiones en el desarrollo de sus hijos, cara a la sociedad, como a las relaciones con otros y su autoestima, como en la adaptación familiar, social y emocional. Los padres autorizativos y los permisivos favorecen estos aspectos., mientras que el negligente y el autoritario, son totalmente contraproducentes.
Hemos estado hablando en distintas asignaturas como Psicología Social, Sociología y en Fundamentos de Pedagogía Social, sobre este tema de la educación en familia. De hecho, con mi grupo he realizado un trabajo sobre la educación en casa “homeschooling” y vemos importantísimo el papel de los padres en el proceso de socialización de los padres, así como que, según cómo sean y se comporten los padres con sus hijos, saldrán mejor o peor parados. No existen los padres perfectos, porque como se suele decir, los niños no vienen con ningún libro de instrucciones, y normalmente, salvo la excepciones en maltratadores/as o enfermos o egoístas, los padres y las madres suelen intentar hacer lo mejor para sus hijos. Yo he tenido la suerte de tener unos padres magníficos que siempre han sido autorizativos, aunque exigentes, dialogantes y positivos, han sido responsabies con las necesidades de sus hijos (somos 9), y ha habido una comunicación fluida, entre otras cosas. Nada es perfecto, pero es esencial que tengan el sentimiento de que no siempre es culpa de los padres cuando los hijos no salen “bien”, porque no son los únicos agentes socializadores, tienen contacto con otros, tanto en los centros educativos, con sus iguales, con otras compañías que están fuera del control paterno.
José Antonio Marina solía decir que todos somos responsables de la educación de los otros. Todos aportamos en positivo y negativo, de alguna manera, al desarrollo del otro. Con esta frase suya quisiera concluir, en la que nos habla de la “Movilización educativa” (fuente, wikipedia).
“La preocupación universal por la educación ha generado un sistema de excusas en el que todo el mundo echa las culpas al vecino. Los padres a la escuela, la escuela a los padres, todos a la televisión, la televisión a los espectadores, al final acabamos pidiendo soluciones al gobierno, que apela a la responsabilidad de los ciudadanos, y otra vez a empezar. En esta rueda infernal de las excusas podemos estar girando hasta el día del juicio. La única solución que se me ocurre es no esperar a que otros resuelvan el problema, sino preguntarme: ¿qué puedo hacer yo para solucionarlo?”

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